sábado, 31 de marzo de 2007

ESPARTA ("Rayajos" a cuenta de un PELICULÓN asaz "rayado"...)

... no hay más que apreciar la beatífica expresión, abajo, del "coleguita" del cartel anunciador, Ali Hassan Pachá Nasrrallah y Urquijo, más conocido como Paquillo el persa, el cual apuntaba maneras desde zagal, allá en los idílicos yermos del Jorasán Rasaví, cuyos sordos roquedales viéronle florecer como virtuosísimo cantaor ya desde tan tierna infancia, hasta el punto de que el tío acabó siendo contratado para amenizar, a base de saetas, las piadosas horas del mismísimo Ayatoláh, quien, tras unos minutos inolvidables, de transida escucha, cargó al chico de cadenas, prohibió el flamenco y de paso cualquier otra música a lo largo y ancho de la República, dando así con Paco en la Meca... de Hollywood. Observen qué candidez interpretativa, lindísimo... ¿no? Toda una declaración de principios, créanme aquellos que todavía no hayan disfrutado de esta meritoria kermesse fílmica. Et voilà:



¡¡Saludos y que los Dioscuros Tindáridas les conserven la dignidad y apostura hasta que salgan del cine!!. ¡¡AÚ!! Lo que es yo, me he visto la peli dos veces seguidas. Ventajas del topmanta (quiero decir del disco comprado en el topmanta que me dejó el Doctor).
¿Han pensado los contertulios en que la farándula y sus obras pueden también ser de derechas?, e incluso tal vez no siempre "pacifistas" como describe o sugiere Bueno en su memorable artículo, y quisiera proponer esta película como ejemplo. 300 casi que no es drama cinematográfico, es más retablo de sombras chinescas o algo peor. Puestos a buscar interpretación filosófica en el asunto, yo diría es una película en que se nos narra, o mejor, se nos despliegan alegoricamente y como en un teatro de marionetas, muchos enfrentamientos sucesivos entre dos ortogramas de derechas (EEUU y, el inexistente genérico, de cualquiera de sus enemigos actuales) simbolizados en dos figuras moderadamente antropomorfas de guiñol. El genérico inexisténte aparece como ofensivo y expansionista teocrático que lo aproximaría al Islam - Jerjes -, frente al de EEUU que aparece como defensivo, defensor de la apropiación y abiertamente sádico, racista, clasista, despreciador de las leyes, bullanguero en el degüello y hierático hasta ahogar el mismo pedo en la domus, amoral, humanista, nada espartano a lo Tirteo pero idealista, por éticamente vitalista... que lo aleja de los EEUU realmente existentes: Leonidas.
Señoras, Señores, aquí la Historia es lo de menos, Helas frente al Imperio persa es un mero pretexto escénico, Oriente contra Occidente una comparsa valenciana de moros y cristianos a los sones del Paquito. Esparta y su Eunomía una mera mueca estilizada, desencajada y tremebunda. El sistema dialéctico de las pólis, un fantasma (aquí no hay polis sino símbolos fantasmagóricos de clases de un Estado invisible: soldados, persas/esclavos/bestias, sacerdotes, niños, artesanos, putas y bufones... y sólo los soldados sirven para luchar, aunque los otros lo intenten de vez en cuando con resultados cómicos o patéticos).
Opino -humildemente, humildemente, ¡humildemente...! -que del mismo modo que no convine perderse en trasfondos históricos, tampoco demasiado -sólo una miqueta -en buscar interpretaciones filosóficas del argumento, sí en cambio "a mogollón" en todo lo que son máscaras, figurones, gags, porrazos de títere, etc., aquí la peli es un tesoro de la Farándula y por tanto de la Filosofía. No es una tragedia sino si acaso un imposible ditirambo de plazuela con el público borracho, desplegado como en un tapiz con motivos del Roman de Fauvel, el cual se va desenrollando de modo abracadabrante. El comic de Miller tenía de “novela” (gráfica) -en un sentido dramático argumental -lo que yo de soldado asirio, aquello era un tebeo de superhéroes del Doctor Extraño con más páginas y más o menos con las mismas viñetas, como lo es también esto, un estupendo y bullanguero guiñol. Finalmente quisiera sugerir la posibilidad de una intuición estética con función o finalidad política que habría salvado a la peli de la censura por truculenta, además de la mencionada y “camufladora” por alegorizante, atmósfera de retablo: la utilización seductora de una ideología canalla como incentivo para el reclutamiento militar imperial. ¡¡¡Algo que después de todo sea quizá hasta buena idea!!! Por mi parte yo doy mis vivas más freaks a esta recuperación cinematográfica de la farándula de derechas.

PS: Como vocean los extras de la peli -¡cuanto yanquilón cebado de hamburgers y cicladísimo pulula en toditos y cada uno de los fotogramas de la presente obra de Zack Snyder...! -casi cada vez que asoman la nariz a la pantalla: (sic) <<¡AÚ! ¡AÚ! ¡AÚ!>> (NO. No es coña; vean la peli, vean, vean...)

PD: Menda promete colgar algo sobre la VERDADERA Λακεδαιμων para con ello, digamos, compensar ¿O. K.?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Salve.
Aquellos que "opinan" que la película 300 es un trasfondo de USA vs. Islam, es decir, aquellos que ven sus propias fobias políticoideológicoestéticas hasta en los círculos y elipses que dibujan sus propias heces, un latido antes de tirar de la cadena, simplemente se equivocan. Esta película no tiene nada que ver con el mundo actual, salvo tal vez en que se ha suavizado la sociedad espartana, para hacerla masticable y hasta degutible a los paladares actuales. Hay rendiciones en el papel femenino de la reina, un tanto necio pero en todo caso necesario para una sociedad que ordena a los hombres ser mujeres y a las mujeres ser hombres. Hay rendición en pintar a los espartanos como defensores de la libertad, necesario para una sociedad que ordena al individuo ser un borrego tolerante y antifascista aún sin saber qué significa esta palabra, ¡pero qué gran y perfecto borrego, al fin y al cabo!
Sin embargo, la transmutación de EEUU en Esparta y Persia en Islam (más quisiera el Islam, como si Otilio quisiera deviniera Velázquez sólo por trabajar con pinturas) es una mamarrachada que sólo pueden ver los inquisidores actuales, aquellos que ven al Satán yanqui en todo pecado y desean hacer su propio acto de fe (hoguera incluida, si cabe) donde achicharrar a los blasfemos negadores de la Todopoderosa Religión Progresista.
300 es sólo un espectáculo visual, una fantasía sangrienta y heroica, una exageración del honor y la virtud guerrera, y como toda exageración desmesurada, queda libre de cualquier crítica, ya que la caricatura puede ser sublime, pero nunca criticable.
300, a pesar de todos sus fallos, a pesar de nacer con la vocación no de ser acierto aplaudible, sino de ser fallo total, absoluto y maravilloso, es una bocanada de aire fresco en un mundo que ha perdido la virilidad, que se ha sumido en la blandura y la suavidad, en la estupidez sin fondo, en la decadencia que busca su propia destrucción.
300 nos recuerda que somos, antes que hombres, animales. Y antes que animales, hombres. Es el placer del músculo, la sangre, el acero y la batalla, el éxtasis de masacrar enemigos y exhalar una carcajada al mismo tiempo. Nos lleva a una época en la cual los hombres eran capaces de olvidarse de sí mismos y darse de manera generosa por un ideal, alcanzando al mismo tiempo el éxtasis absoluto que nunca tendrán los borregos compulsivos que pare nuestra sociedad.
300 es un canto a la bestia dormida que antaño se adoraba en altares y poemas épicos, pero que ahora se esconde y teme. Es la grandeza majestuosa de la voluntad. Es el camino para, mediante el dolor y la disciplina más absolutas, alcanzar la liberación total, la del guerrero que muere por su bandera. Y que muere matando.
Cualquier otra simbología EEUU-ISLAM es, simplemente, parte de la decadencia y la podredumbre de las anteojeras de esta sociedad y su yihad progresista contra lo políticamente incorrecto.
Dejad que los progres lloren y chillen. Dejad que se revuelquen en su mediocridad y que odien con su rencor de esclavos todo lo grande y majestuoso.
Quedaos con la esencia.
Salve.

Martín dijo...

Ah, Destructor. Me temo que en esta ocasión no concordamos al cien por cien, e incluso, en algunos puntos de tu atentísimo comentario, ni al uno, ¡ni al “medio”! por cien.
No creo que sea cuestión de “opinión” el buscar un “trasfondo” que en realidad la peli no tenga. ¿Y quién dice que no lo tiene? ¿El autor? Pues vaya una cosa: ¿y qué coño importa lo que diga el autor una vez la obra está acabada, y desplegando una existencia dependiente únicamente ya de los publicistas y propietarios de las salas, de los piratas del topmanta y, por encima de todo, de los millones de espectadores? Si Snyder dice eso de que la peli no tiene trasfondo o significado o interpretación política actual, si dice esto, Snyder miente, miente hipócritamente, a mi modesto entender. Las obras de arte no tienen ¡ni dejan de tener! jamás -de ahí precisamente su carácter “artístico” -un sólo significado único y distinto, como las expresiones algebraicas, o las expresiones científicas y aún las verdaderamente filosóficas.
“Opiniones” a parte, aquí hay un HECHO: 300 ha sido interpretada políticamente de manera intensa, polémica, incluso arrebatada o furibunda muchas veces. Y por tanto es un hecho que la película tiene interpretación política. ¿Quién podría jamás negar un hecho?

La “opinión” no niene nada de malo, la “opinión” es algo bueno, mejor aún, es algo “útil”. Convierte a la obra en un arma ideológica temible, que puede llevar a la peña, por ejemplo, a alistarse entusiasmada en el ejército imperial norteamericano, coadyuvando así a la victoria contra el enemigo del imperio, que todos sabemos cual es porque es también el nuestro: la Sumisión (Islam). O que puede sumir al enemigo en la depresión y la rabia incontrolada, debilitando la claridad de su ortograma, (convirtiendo a la Sumisión en “desesperación”, a la yihad vigorosa en yihad desesperada, etc.). Dejemos las interpretaciones progres del fenomenal poema de Celaya, hagámos como Mikel Buesa en la cita inolvidable del pasado Febrero en Madrid, e “interpretémoslo” como debemos, apliquémoslo sin miedo y hasta desvergonzadamente, incluso a subproductos de oropel como “300” que siendo una gran película, no es una buena película:

“(...)
Porque vivimos a golpes, porque apenas si nos dejan
decir que somos quien somos,
nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno.
Estamos tocando el fondo.

Maldigo la poesía concebida como un lujo
cutural por los neutrales
que, lavándose las manos, se desentienden y evaden.
Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.
...
Tal es mi poesía: poesía-herramienta
a la vez que latido de lo unánime y ciego.
Tal es, arma cargada de futuro expansivo
con que te apunto al pecho.

No es una poesía gota a gota pensada.
No es un bello producto. No es un fruto perfecto.
Es algo como el aire que todos respiramos
y es el canto que espacia cuanto dentro llevamos.

Son palabras que todos repetimos sintiendo
como nuestras, y vuelan. Son más que lo mentado.
Son lo más necesario: lo que tiene nombre.
Son gritos en el cielo, y en la tierra, son actos.”

Lo que sí que es cierto y debe serle achacado a la película es que se presta a DEMASIADAS interpretaciones, y DEMASIADO distintas unas de otras. Personalmente, tengo serias dudas de que al imperio le convenga ver su lucha simbolizada en una alegoría delirante de racismo y violencia gratuita como es “300”. No olvidemos el “corazón sufridor” del “verdadero” espartano que pinta Tirteo, frente al orgasmo egoísta del espartiata de turno en 300, cada vez que es cercenado un brazo, una pierna o una cabeza, se desparraman unas tripas o se vacía un ojo. ¡Joder, claro que a cualquier ejército le interesa componer sus filas de bárbaros howardianos!, lo que no le interesa es que -siendo ejércitos de naciones “democráticas” como lo es el imperio -ello se pregone a los cuatro vientos, aquí es preferible esculpir al héroe con cincel épico y trágico, para mostrarlo, siguiendo al Estagirita (Poética, XVI, 139), “mejor de lo que es”.

En cuanto al racismo, sucede algo parecido que con la violencia; no se trata de que los griegos sean o no xenófobos -que lo eran a raudales -sino que resulta políticamente peligroso retratar a los espartanos como racistas, pues hay que ser conscientes de una película así tendrá las interpretaciones que el público quiera darles, y una de ellas, no por interesada, cobarde y antipatriótica, menos afinada, será el graznido de “¡¡¡racistas!!!”.

Porque lo griegos de “300” son más racistas, en mi opinión, de lo que sería deseable.

Tú amas el arte, Destructor, pero lo amas noble y desinteresadamente, y eso te priva tal vez de percibir la calidad “política” que toda obra épica tiene siempre. Ésto es lo que, honestamente, pienso al leer tu comentario. Las apreciaciones estéticas que haces son acertadísimas, las sicológicas también me lo parecen, pero ignoras las políticas, porque en el fondo no puedes evitar despreciarlas. Y yo digo que eso es sano, pero ingenuo, y por tanto, imprudente (menos mal que estoy yo para saborear con delectación lo enfermizo y sicológicamente desquiciado que supura cualquier abordaje político de una peli como esta, mmmh... sí.)

Y sin embargo, Destructor, fíjate, fíjate, hecha un vistazo a esto:


“Y aquí nos adentramos en el aspecto más polémico de 300, una película que obliga al espectador a confrontarse con todas las paparruchas que Occidente se ha inventado para justificar su claudicante decrepitud. Cuando Leónidas arroja a una sima al emisario de los persas que le propone un apaño indecoroso y lanza un grito de iracundo patriotismo («¡Esto es Esparta!»), resulta imposible no acordarse del llamado (las mayúsculas que no falten) Proceso de Paz. Y cuando los hoplitas espartanos se enardecen invocando el honor y la libertad, antes de arreciar sin piedad contra las huestes de Jerjes, vienen a la memoria las melifluas delicuescencias de la Alianza de Civilizaciones. Naturalmente, 300 ha sido tildada de apología fascista (mérito que podría compartir con Homero), aberración homofóbica (pero sospecho que nadie disfrutará más de la contemplación de tanto torso masculino hipermusculado como los homosexuales) y otras lindezas de parecido jaez. No podía ser menos, tratándose de una película que, bajo una apariencia esteticista, provoca reflexiones tan incómodas.” Juan Manuel de Prada, ABC, 26/03/07

O a esto:

“Cierto, hace 2.500 años casi todas las sociedades del Mediterráneo tenían esclavos. Y todas relegaban a la mujer a un puesto relativamente inferior. Esparta convirtió toda la región de Mesenia en un estado de siervos. Pero sólo en las polis griegas había gobiernos elegidos democráticamente, que variaban de la oligarquía constitucional de Esparta hasta los comicios mucho más amplios de estados como Atenas o Tespia. Lo que es más importante, sólo en Grecia hubo una tradición constante de autocrítica y libertad de expresión sin cortapisas. Aristófanes, Sófocles o Platón cuestionaron la posición subordinada de la mujer. Alcidamante lamentaba la noción de la esclavitud.

Tal apertura no se encuentra en ninguna parte más del mundo mediterráneo antiguo. Esa libertad de expresión explica la razón por la que consideramos correctamente a los antiguos griegos como los fundadores de nuestra civilización occidental actual. Como millones de aficionados al cine parecen intuir, fueron un pueblo mucho más parecido a nosotros que ese enemigo que en última instancia no logró conquistarlos.” Victor Davis Hanson , LIBERTAD DIGITAL, 11/04/07

O bien a esto:

“En el Nombre del Altísimo

La Embajada de la República Islámica de Irán en Madrid saluda atentamente al Instituto de Cinematografía y Artes Audiovisuales, y al mismo tiempo que expresa su más enérgica protesta por la proyección del largometraje “300”, película llena de mentiras y tergiversaciones de la historia, comunica que el citado largometraje representa por una parte, la tergiversación de la historia y la civilización persas y, por otra se basa en poner en entredicho la historia, la civilización mundiales y las fuentes de la sabiduría del ser humano. Esta situación crea el temor de que la falta de atención a este tipo de manipulaciones y tergiversaciones se concrete en algo habitual, poniendo gradualmente en su punto de mira a estas civilizaciones y culturas universales para desprestigiarlas.

Muchos escritores y analistas consideran que esta película ha sido rodada con el fin de acentuar la guerra entre civilizaciones, en la misma dirección que la política belicista de los neoconservadores norteamericanos, por lo que carece de valor histórico y artístico. En vista de lo expuesto, no esperábamos que la citada película se proyectara en España, país que siempre se ha opuesto a las políticas belicistas y unilaterales y que ha promovido la iniciativa de la Alianza de Civilizaciones.” Embajada iraní, en Madrid, 01/04/07

O, finalmente, a esto:

“Tal y como informaba recientemente el diario «Los Angeles Times», durante los pases de la película en un multicine cercano a la gran base militar de Camp Pendleton, a las afueras de San Diego, la audiencia compuesta por jóvenes «marines» suele estallar en vítores a favor del desbordado contingente espartano. De hecho, en la lista de lecturas recomendadas por el alto mando de la Infantería de Marina de Estados Unidos figura «Puertas de fuego», la versión novelada de Steven Pressfield sobre la batalla de las Termópilas.” Pedro Rodríguez, corresponsal en Washington del ABC, 03/04/07

Claro que caben interpretaciones políticas en clave EUA vs Sumisión (Islam). El problema es atreverse a ser fieramente PARCIALES, para elaborarlas en provecho nuestro y en perjuicio de nuestro enemigo, con quien no hay que tener asomo de piedad, ni siquiera en nombre de la presunta pureza de un arte “prístino y libre”. Un abrazo, Destructor. Atentamente,