lunes, 10 de diciembre de 2007

Über KULTUR

Tres fragmentos de GONZALEZ HEVIA, Leoncio. "El Régimen nazi y su germanismo protestante" [en línea]. El Catoblepas. Noviembre 2004, nº 33. http://www.nodulo.org/ec/2004/n033p20.htm

“(...)Por lo que hace a lo primero, es decir, la polémica entre católicos y protestantes, es algo que viene de lejos: se trata de la cuestión sobre la libertad humana, que ya San Agustín removiera frente a Pelagio (y recuérdese, para el asunto que nos ocupa, que Lutero fue un monje agustino), como siglos después hará el dominico Báñez (al tomar parte en las controversias de auxiliis sobre la Gracia, o sobre la Cultura) frente al jesuita Luis de Molina, cuando éste trate de conciliar la presencia divina y la eficacia de la Gracia con la libertad humana –y recuérdese, para el asunto que nos ocupa, que Hitler se formó con los dominicos–. Así las cosas, conviene precisar que los historiadores de la Teología suelen clasificar las doctrinas de los teólogos orientadas a ofrecer esquemas de conexión entre el Reino de la Naturaleza y el Reino de la Gracia, en dos grupos: doctrinas naturalistas y doctrinas sobre-naturalistas. Mientras el naturalismo radical se habría abierto paso en el siglo IV, en la forma del pelagianismo, la doctrina sobre-naturalista de la Gracia habría tenido una versión radical (la ya apuntada doctrina de San Agustín contra Pelagio, o la doctrina de Calvino según la cual la naturaleza humana no puede acercarse a la Gracia, que es una asistencia que viene de lo alto) y una versión moderada, cuya expresión más madura tomaría forma en la doctrina de Santo Tomás de Aquino. Con lo cual la posición freudiana puede considerarse sin duda como una versión radical de la doctrina sobre-naturalista de la Cultura (incluso en el punto que establece que la Cultura es represión de los instintos naturales, que necesitan de una rigurosa disciplina sobrenatural), mientras que la posición de Skinner puede considerarse como una versión moderada de esa misma doctrina. Lo que nos lleva de nuevo al principio, pues como Bueno sostiene, la terapia de la conducta de Skinner es, efectivamente, una disciplina católica: es decir, que el individuo, si quiere ser perdonado, tiene que hacer buenas obras y no basta con la iluminación de la conciencia, como hace el psicoanálisis de Freud, que es luteranismo puro.
De ahí que Bueno mantenga que la idea de un Reino de la Cultura es la secularización de la idea del Reino cristiano de la Gracia, que es también medicinal y santificante; sólo que ahora, la dignidad del hombre podrá fundarse, no ya tanto en su divinidad, cuanto en su humanidad. Por esa razón, la secularización en la que hacemos consistir el proceso de constitución de un Reino de Cultura, implica un eclipse de la Fe católica en el Espíritu Santo como transmisor de la Gracia; e implica el eclipse de un Espíritu que, a través de la reforma de Lutero, habría comenzado a soplar, no ya a través de Roma, sino a través del fuero interno de cada hombre. Esto, y no otra cosa, es el pietismo: sentimentalismo religioso contrario a toda institución eclesiástica. En otras palabras: la subversión que, al emancipar de la autoridad papal a la Cristiandad, puso en marcha el proceso de disolución de la propia Iglesia, es la misma subversión que invirtió la relación del complejo Ciencia-Filosofía con la religión positiva revelada, pues la Ilustración no fue meramente la emancipación absoluta de la Razón, sino la emancipación de la Iglesia Romana y de lo que a ella iba adherido. Aunque Hegel interpretó este proceso atribuyendo a Lutero el papel de héroe de la Razón. Nada más desafortunado, por cuanto que Lutero llegó a llamar prostituta a la Razón.
Es decir, que el pietista Bismarck lanzó su batalla en pro de la Cultura humana (ahora que la dignidad del hombre pudo fundarse en su humanidad) contra la Iglesia Romana, pero también contra la filosofía racionalista heredera del cartesianismo, de manera que el ideal de Cultura significará ahora el ideal de una cultura laica, así como el ideal de una cultura artística y literaria...”



“...Así las cosas, el nuevo cauce por donde el soplo del Espíritu llegará a los hombres (aprovechando que ahora sopla a través del fuero interno de cada uno de ellos), será el cauce de las asambleas constituidas por los hombres de los pueblos más diversos: verbigracia, el pueblo alemán. Es decir, que el Espíritu Santo se transformará en el Espíritu de ese pueblo. Será ahora cuando podremos hablar de una evolución convergente de la idea del Reino de la Cultura, y de la idea de un Pueblo o Nación dotados de un Espíritu y una Raza propios: verbigracia, la Santa Alemania, dotada de una Raza, la aria, pretendidamente superior.
Ahora bien, éste es el ejemplo más famoso y siniestro de mito oscurantista que es posible aducir hoy (el que Alfredo Rosenberg formuló como el mito del siglo XX) y se trata, en definitiva, de eso: del mito de la Raza aria como dispensadora de la Cultura más auténtica.
Pero, más concretamente, se trata de un mito que corresponde a la Nematología (o Teología) mixta de la nebulosa ideológica del III Reich, resultante de la confluencia de la Nematología llevada a efecto por la mediación del darwinismo social, la mencionada teoría de la Raza aria y el panteísmo de, por ejemplo, Lessing y de la Nematología dogmática –que partiría ya de la declaración de los principios de la Fe en Alemania...”



“...Ahora bien, la Historia Universal no la hace todo el Género Humano sino una parte que es un Imperio, en cuyo caso el Imperio luterano no puede ser universal, porque es depredador –como el nazismo tampoco puede ser universal porque es racista, es decir, particularista–. En particular, la norma del imperialismo depredador de la Alemania nazi del III Reich propuso a Alemania como modelo soberano al que habrían de plegarse las demás sociedades políticas, que sólo existirían para Alemania a título de colonias, susceptibles de ser explotadas. Sin embargo, todas las partes de la sociedad son imprescindibles en un proceso de transformación histórico, y ninguna puede ser universal si no muestra su capacidad para absorber a las otras. Ésta es la idea que ejerció el Imperio español en cuanto que católico y generador, lo que nos retrotrae a la polémica antes apuntada, entre católicos y protestantes: por eso dijimos entonces que se trataba de la cuestión capital sobre la libertad humana.

Así las cosas, no cabe descartar la reminiscencia de la consolidación de una Unión Europea (como un Estado federal) ligada a un nacionalismo alemán de nuevo cuño, habida cuenta de la trayectoria que ha seguido Alemania una vez transcurridas las décadas de su recuperación (después de su derrota y fragmentación en la II guerra mundial), a saber: reunificación de Alemania, política unilateral de reconocimiento de Croacia y Eslovenia y apertura hacia el Este, pues también se trataría, por parte de Alemania, de incluir a Polonia, Hungría y Bohemia en el campo de la influencia dominante del IV Reich en formación."