miércoles, 16 de marzo de 2011

De Aurelio Valls ("La ruta de San Cristóbal")

REGRESO, CON MUCHO AMOR

«Si la frontera de España se penetra a la luz del día
ya no es manso el vuelo ni se desliza. El aire se aúpa
al empuje de la tierra; esta se agolpa en lo alto
y arquea su lomo de alimaña; picachos, roquedales sordos,
zarpazos que casi alcanzan. La inocencia sufre
su primer sobresalto; los ojos su rpimer desvelo.
La misma ternura es secreta y brava;
futuro que se oculta en lo hondo; ella te asaltará,
te va a sorprender, te mojará todo
como el agua en tromba a la riera seca.
Amor, albur mortal con que así se topa en mi tierra.
Hace tiempo que se sufre este reiterado encuentro.
Pero me ha oído el Santo y se ha puesto en movimiento
y ha dicho: tu tierra es esta, la luz verde que tú habitas,
cualquier luz dulce y submarina que tú estés atravesando
como ahora, que vives entre algas. Pero antes he retornado,
he vuelto de noche, arrastrándome, he salido del agua
como un emocionado cangrejo que se asoma a la playa ardiente
donde la luna gime, donde cantan el pino y la chicharra.
Como un desaparecido he penetrado en mi tierra
de noche, resbalando por una ventana casualmente abierta
en casa ajena y mía. En tonces si
el regreso es blando, las venas gimen
con la proximidad del lecho. ¡Qué peligroso alivio,
qué felicidad de muerte, y cómo es tangible el engaño!
Lo distante es el pasado que pervive.
En tal noche como esta, cuando el viento
agita la enramada, tú regresas,
te asomas a lo tuyo, que ya no es tuyo,
que sin remedio alguno va a ser de otros,
y será de otros, y no será de nadie:
Pero ahora contienes el aliento
porque aún subsiste, suspenso en el milagro,
porque una vez más te ha sorprendido,
y porque estrellas de ayer, condenadas en vida
a brillar en la vitrina de la más honda cripta,
se han hendido de nuevo en la entraña del cielo,
se agitan presas en el ramaje húmedo,
porque ésta es la noche que tu corazón guardaba
y su aire existe, y te retiene y envuelve
y te regala y acaricia.»